Hace algún tiempo, un grupo de piratas se preparaban para recorrer los mares. Tenían muchas ganas, fuerza e ilusión, pero les faltaba un buen barco con el que navegar. Para conseguir el actual tuvieron que batallar, hasta que en un momento de debilidad, aceptaron uno, aparentemente bueno, pero que iba con una condición: para poder usarlo debían aceptar a los capitanes actuales al mando (bastante inútiles por cierto, motivo por el que dependían de la nueva tripulación). Ellos ya tenían su propio capitán, Barba Negra, joven e inexperto por aquel entonces, que intermediaba con los que ya había y que hacía que toda su tripulación trabajara muy a gusto, con lo que también se aseguraba que no hicieran un motín que acabara con él. No perseguían grandes tesoros, pero si vivían pequeñas aventuras que les hacía el trabajo mucho más divertido.
Debido a lo buen negociante que era, Barba Negra, era conocido allende los mares. Más que miedo le tenían respeto, y cualquier barco que se preciase envidiaba tenerle al mando.

Gracias a esto fue que hace poco encontró la forma de hacer fortuna y con mucha pena por abandonar a la tripulación que le había servido y acompañado en su andadura, tuvo que marchar.
Cuando Barba Negra dió la noticia, aún estaban en alta mar, y tenían el tiempo suficiente para poder dar el relevo a alguno de sus piratas más queridos. El problema, el lastre que tenían al mando. Estos aprovecharon la coyuntura para intentar hacerse más fuerte, tratando a los piratas como meros aficionados e intentando quitarles cualquier tipo de decisión. La verdad es que esto venía propiciado por sus caracteres, pero también porque al igual que con estos piratas, habían hecho con algunos otros, a los que manejaban, y siguen manejando, a su antojo, incluso haciendo que sigan batallando día y noche sin descansar.
Pero estos eran distintos. Afortunadamente que lo eran. Barba Negra les había enseñado bien el oficio, y no se dejaban amedrentar por ningún mando ignorante.
Y los días fueron pasando, y cada vez se acercaban más a tierra firme y los "altos cargos" no se pronunciaban por ninguno de los piratas. Había cuatro preferidos, pero no les daban el poder y la estabilidad necesaria para poder llevar al resto sin que se unieran para cortarle la cabeza.
... y aquí empieza lo bonito de la historia.
Lo que siempre ocurre en estos casos, es que uno de ellos acepte cualquier condición para llegar al mando, incluso aliandose con los enemigos si hace falta. Ese suele ser el caso habitual, en el que el nuevo capitán más tarde abusa del poder y tiene que vivir hasta con miedo dentro de su propio barco. ... pero en este caso... en este caso todo ha sido al contrario. Los cuatro magníficos piratas no han aceptado "cualquier condición" como se esperaban y han formado un revuelo propio de las historias de aventuras más intrépidas. Los mandos han jugado sucio, y ellos no se han dejado ganar. Les han intentado lanzar un jaque y para ello han desprotegido al rey... y tienen las de perder.
La noticia ha dado la vuelta por todos los mares, y entre todos los piratas y hasta en tierra firme no se habla de otra cosa. Gracias a su unión y a la decisión conjunta, han creado un gran fuerte prácticamente infranqueable y se han convertido, aún sin quererlo, en los héroes del momento, dignos del legado que Barba Negra ha dejado.
Ahora estos héroes solo esperan poder llegar de nuevo a tierra firme y buscar nuevas tripulaciones con las que poder continuar su andadura por el alto mar.
Aún tienen que librar alguna batalla más antes del final, pero espero que ganen la guerra. Han demostrado que aún queda dignidad y que no todo el mundo se vende por una moneda de plata.
Seguro que Barba Negra se siente orgulloso de ellos. Yo también lo estoy de haber sido en alguna época parte de la tripulación.